PALABRAS DE INAUGURACIÓN
Pronunciadas por el Poeta
Jesús Enrique León
25-11-04
Cuando cesan los recuerdos, las almas mueren; cuando olvidamos, cerramos los caminos de la historia y no puede haber continuidad ni ejercicio en el desempeño de la humanidad.
Oímos el sonar de las campanas.
Para cultivar el desarrollo del alma de los pueblos, existen los prohombres, andantes empedernidos de las rutas del tiempo, ávidos hacedores de recuerdos. Es por ello que hoy inauguramos este museo cálido y vivo con el nombre, la letra y el corazón de Pastor Oropeza, en un día que el mismo hubiese escogido para tal fin, pues hoy el mundo se lo dedica a la mujer maltratada, esa misma por la que el Dr. Pastor Oropeza extendió sus brazos en pro de una vida plena, de hijos felices y de tiempos para recordar.
Oímos el sonar de las campanas.
1901 da la bienvenida a un siglo XX de avances científicos y tecnológicos, de conflictos, guerra y muerte; de arte y delirio. En 1901 “Los Tres”: Baroja, Azorín y Maeztu publican su célebre Manifiesto, Thomas Mann a los 26 años da sus primeros pasos a la gloria literaria, Rudyard Kipling escribe Kim, una oda para La India, se inicia el boom petrolero y en Carora nace Pastor Oropeza, bachiller a los 15 años y médico a los 23; Padre de la pediatría y la atención materno infantil. Hombre probo, hombre total en la máxima dimensión que se le puede dar a quien lo da todo por lo que cree, y vive para servir como una misión, como sino, como una verdad.
Oímos el sonar de las campanas.
Pastor Oropeza fue docente en casi todos los niveles de la educación, médico ilustre, investigador hasta el cansancio, soñador y político, resumió su vida como un deber, con la humildad plena de quien se debe a la vida del prójimo, o como el mismo lo decía: “Cada hombre hace lo que el tiempo y las circunstancias le permiten hacer, no reclamo mucho como mérito personal”.
Oímos sonar las campanas.
Temió siempre a la oscuridad de la muerte, talvez por ello llenó de luces la vida y se llenó a si mismo de una fuerza incalculable y de una honestidad única. Su apego a la verdad lo llevó a reconocer sin pena sus errores; en el año 1935 publicó en la Gaceta Médica de Caracas un artículo en el que reconocía la falta de no haber ordenado una “Gota Gruesa” para salvar a un pequeño paciente. Temió a la oscuridad de la muerte y por ello se empeñó en llenarnos de claridad y nosotros complacemos sus propósitos inaugurando este Museo que también será biblioteca, aula abierta en la que el visitante podrá acceder a la información de los libros que el insigne pediatra atesoró y que le vinieron de generación en generación desde sus antepasados y familiares, libros de los siglos XIX y XX, libros que gritan a voces el avance de las ciencias médicas, libros que pregonan el pensamiento de grandes intelectuales, poetas y narradores, libros que contienen en sus páginas el vuelo de los relojes y la sabiduría de los años; libros de él y de su hermano Antonio, Libros de él y de Jacobo Curiel, que seguros estamos servirán de faro en este intenso navegar. Libros del buen Pastor, del hombre que nació en Carora y se hizo universal por la fuerza del bien y del amor.
Oímos el sonar de las campanas.
Hoy, hay una Carora que se multiplica en libertad y pensamiento, que trasciende las fronteras de las ideologías y nos recuerda que este sol bautizado por Neruda con su nombre alumbra a todos por igual, hoy hay una Carora que se nutre de la sangre de su pueblo para albergar la luz y la sombra de la palabra que se escribió en las cárceles de Corea por la pluma irreductible de Alí Lameda, una Carora que se desciñe de los esquemas humanos para alcanzar la plenitud del éxtasis en las cuerdas que pulsó Rodrigo Riera, que descompone en virtuosismo Alirio Díaz, la Carora de sol y piel axagua transmutada en policromía por Julio T. Arze y magnificada en lucha y voz en el Cuarto y el espíritu de Chío, Carora en la sabia esencia de Numa, Carora ciudad, Carora hombre, Carora mujer, Carora templo donde nadie se arrodilla donde todos se levantan y acuden al llamado de las campanas para continuar la obra común de la trascendencia. Carora templo para recordarnos que hay hombres que se hacen campana y tañen para llamarnos a oficiar el recuerdo vivo y darle alma a quien resume en su andar los pasos de todos. Carora, Pastor Oropeza quien hoy repica, nos convoca y nosotros acudimos a un Museo que no será nunca un espacio cerrado para el silencio y el olvido. Pastor Oropeza tañe su nombre y su historia y nosotros entramos al oficio de su inmortalidad.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
https://www.facebook.com/media/set/?set=a.10227688447816428&type=3
INÉDITA IMAGEN DE LOS PADRES DEL DR. PASTOR OROPEZA.
Postal de los padres del Dr. Pastor Oropeza Riera, Padre de la Pediatría en Venezuela enviada desde Carora a Barquisimeto.
"Los que aparecen en la foto- postal son el Sr. Lisímaco Oropeza Álvarez y su Sra. esposa Sofía Riera Álvarez. (...).
En la parte posterior de la postal escribe doña Sofia Riera: 'Recuerdo para mis queridas amigas, Sofía Riera 1922.' (...).
Esta Postal la sacaban en una cámara Kodak de forma de un cajón rectangular."
Texto y fuente bibliográfica:
Colección Dr. Claudy Viera. @claudyviera
Postal de los padres del Dr. Pastor Oropeza Riera, año 1922.
Propiedad del Dr. Claudy Viera.
INÉDITA IMAGEN DE LOS PADRES DEL DR. PASTOR OROPEZA.
Postal de los padres del Dr. Pastor Oropeza Riera, Padre de la Pediatría en Venezuela enviada desde Carora a Barquisimeto.
"Los que aparecen en la foto- postal son el Sr. Lisímaco Oropeza Álvarez y su Sra. esposa Sofía Riera Álvarez. (...).
En la parte posterior de la postal escribe doña Sofia Riera: 'Recuerdo para mis queridas amigas, Sofía Riera 1922.' (...).
Esta Postal la sacaban en una cámara Kodak de forma de un cajón rectangular."
Texto y fuente bibliográfica:
Colección Dr. Claudy Viera. @claudyviera
Postal de los padres del Dr. Pastor Oropeza Riera, año 1922.
Propiedad del Dr. Claudy Viera.
https://www.facebook.com/groups/1532413767043961
Publicar un comentario